Luisa García

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Comunicación y minería: De aquellos polvos vinieron estos lodos

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Reproduzco a continuación el artículo que publicó el 22 de febrero El Comercio y que también puede descargarse aquí. Recibí muchos comentarios, sobre todo curiosos sobre las reacciones en el sector minero. Francamente, no fueron demasiadas (¿estarán de vacaciones?). Yo sigo siendo, sin embargo, optimista y creo que hay ciertos cambios en los paradigmas que maneja la minería en cuanto a la gestión de su reputación. Lo malo es que cuanto más tiempo pasa, más complicado el desafío. Aquí va el texto, gracias al equipo de Economía y Negocios de El Comercio por ayudarme a adaptarlo en extensión y por publicarlo.

De aquellos polvos…Conga-no-va
Empecemos por el principio. Estoy absolutamente convencida de que la minería moderna es compatible con el medio ambiente y el desarrollo sostenible. También de que el uso (o no uso) del canon es causa raíz del rechazo y un problema que debería solucionar el Ejecutivo y, finalmente, de que los conflictos en Cajamarca son tan políticos como sociales.

Sin embargo, he escuchado muchas explicaciones por parte de empresas mineras en relación a por qué no comunican más y mejor y ninguna me convence. Empezando por “no soy una empresa de consumo masivo, no tengo que vender mi marca” o “mi foco está en las comunidades” para justificar el “bajo perfil” con los medios de comunicación masivos o la opinión pública en general.

Hoy, esa opinión pública es la que está dividida a partes casi iguales entre apoyar Conga o preferir que se suspenda, con lo que ese alto nivel de rechazo conlleva para los decisores políticos.

Al igual que mis colegas publicistas, nosotros también escuchamos con frecuencia que “ahora las cosas están tranquilas, no hay que elevar el perfil con campañas” o que “no tenemos presupuesto para marketing porque no competimos con nadie”. Mea culpa por no haber sido capaz de explicar mejor a estas empresas que la competencia es por la credibilidad y que, mientras unos callaban, otros ganaban la confianza de la gente con mensajes contundentes. Tampoco que las percepciones no se cambian con campañas de un mes y menos cuando parten de creencias instaladas en el imaginario colectivo que otros se encargan de reforzar constantemente.

Llegó la web 2.0 y casi siempre, aunque hay honrosas excepciones, la industria minera pensaba que sus públicos no estaban en internet y que una estrategia online no era prioritaria. Los grupos anti-mineros ocuparon ese espacio y los jóvenes peruanos, desde las cabinas repartidas por todo el país, tienen hoy mucha más probabilidad de recibir mensajes negativos que de entender la realidad de la industria.

Ha habido buenos ejemplos, individuales por parte de algunas corporaciones y colectivos por parte de sus gremios. Sin duda, quienes los han liderado habrán encontrado tanta o más resistencia que la de mis ejemplos y merecen un fuerte aplauso por haber conseguido sacarlas adelante. Pero la tarea es grande y requiere que estos no sean esfuerzos aislados o puntuales.

La minería, que tanto aporta al país, ha descuidado la gestión de su reputación. Y de aquellos polvos, vinieron estos lodos.

CEO región andina en LLORENTE & CUENCA